lunes, 24 de septiembre de 2007

Hilos


Las personas estamos interconectadas de las formas más disparatadas.

Llevo toda la mañana esperando una llamada que me puede cambiar la vida durante los próximos 9 meses. Y eso es mucho cambiar. No me refiero a que vaya a dar un nuevo sentido a mi vida o a reordenar mis valores o mis motivaciones, sino a algo mucho más importante.

Cambiará la hora a la que me levante por las mañanas. Cambiará mi alimentación y la gente con la que coma 5 días por semana. Cambiará el tipo de conciertos al que iré y el número de veces que visitaré a mi familia. Cambiará las horas que pase con mi novia y las cosas que haremos juntos.

Mi forma de vida pende de finísimos hilos y quien maneja esos hilos ni siquiera me conoce. Bueno, sí, me conoce porque habrá visto mi foto y sabrá cómo me llamo y cuántos años tengo y si tengo un nivel de inglés de advanced o de proficiency. Con esos datos maneja mi vida.

Me pregunto si en algún momento (2 o 3 segundos bastarían) se llegará a plantear lo que significan para mí las dos letras de sus posibles respuesta. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No....

Y la marioneta, esperando.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Un verano enlatado


Llegó la hora de volver. Después de tener el blog abandonado durante casi seis semanas, han vuelto las ganas y el tiempo y la actitud mental adecuada para escribir.

¿Y qué queda atrás después de este tiempo? Noches en familia, fiestas con los amigos, partidos de tenis, baños en la piscina, desayunos tardíos...muchas cosas, pero sobre todo una: un cortometraje rodado. Y así como de todo lo que he vivido este verano no queda más que un recuerdo (con un poco de suerte alguna fotografía aislada que nunca llegará a mis manos), del rodaje ha quedado algo físico, algo que puedo ver y tocar cada día. Un disco duro marca Lacie, comprado por 160 euros en la Fnac de San Sebastián.

En las entrañas de ese cacharro se esconde el bruto del rodaje. 157, 28 gigabytes de unos y ceros. No parece mucho, pero lo es. Debajo de esa carcasa gris, detrás de ese misterioso código digital se encuentran las 3 semanas de preproducción y los 4 intensísimos días de rodaje. Ilusiones, miedos, sudores, nervios, risas, broncas. Todo está ahí, enlatado. Y verlo ahí, ocupando su espacio en mi salón, es un consuelo: "no ha sido un verano perdido", me está diciendo.

Este disco duro es mi lámpara de Aladino. El genio debería estar dentro, así que ahora me toca frotarla y gestionar mis tres deseos: que funcione, que funcione y que funcione.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Preguntando a la botella


¿Quién necesita el cine? ¿Qué sentido tiene en la era youtube?

¿Por qué iba a merecer la pena gastarse montañas de euros en producir una película que no será más que un grano de arena entre los millones y millones de piezas audiovisuales que devoramos todos los días?

¿Dónde está el secreto de la fascinación que provoca youtube? ¿Es la facilidad y la rapidez de acceso? ¿Es la ingente cantidad de posibilidades, los archivos infinitos? ¿Es la representación de la realidad, la no ficción?

¿O es quizás el poder compartir de forma inmediata y sin limitaciones físicas? ¿Es la globalización de los contenidos un atractivo extra? Es decir, ¿Nos gusta ver lo que los demás ven y que los demás vean lo que nosotros vemos?

¿O es la nueva "arqueología", la posibilidad rescatar momentos que creíamos perdidos? ¿Es youtube nuestra nueva memoria? ¿Nuestro archivo emocional definitivo?

¿Es youtube la confirmación del poder de la imagen viva frente a otras formas de representación de la realidad (fotografía, literatura)?

¿No es esa apariencia de realidad lo que ha hecho al cine imbatible? ¿Y luego a la televisión y ahora a youtube?¿Es la imitación a la vida lo que queremos?

Si youtube ya imita a la vida, ¿no habrá que buscar que la vida imite al cine? ¿Es quizás ese estado superior la tabla de salvación del cine? ¿El único lugar donde tiene sentido?

martes, 7 de agosto de 2007

La secuencia perfecta


A veces me sorprende leer entrevistas a directores que hablan de dónde poner la cámara como uno más de los muchos factores que juegan un papel en su película. Así, sin darle mayor importancia. Quizás sólo quieren hacernos creer que decisiones largamente meditadas, sopesadas y estudiadas son fruto de la improvisación y de la despreocupación. O no. Puede que de verdad les dé igual ponerla aquí que allí, un angular que un tele, moverla que no moverla. Que se les vea a los actores y se entienda lo que hacen. Eso es todo lo que pretenden.

Madre mía, que les prohiban hacer cine. Que se dediquen al teatro. O a la crítica.

Esta semana he comenzado la planificación, el guión técnico de mi cortometraje. Y lo he hecho apuntando una frase en la cabecera de mi cuaderno:

"Nunca vas a a dar con la mejor opción posible".

Es una forma de no obsesionarme, de quitarme presión. Una secuencia se puede planificar de miles de formas distintas. Miles de estrategias de visualización que para más inri se irán multiplicando en las fases posteriores de construcción, cuando llegue el montaje y el diseño de sonido y la música. Capas y más capas llenas de posibilidades.

Algunas serán malas, equivocadas. Otras serán objetivamente muy buenas. Contarán lo que tienen que contar, ofrecerán la información y la emoción que la secuencia necesita.

Y como en todo, habrá una que será la número 1. La mejor estrategia de planificación, la secuencia perfecta. El Dorado. La gran cabalgada. Está bien saber que existe, pero no debo buscarla porque puede ser mi ruina. Elegir. Decidir. Apostar. Confiar. Y lanzarse a tumba abierta. Ése es mi trabajo.

Además, la secuencia perfecta es como la mítica media naranja. Aunque la encuentres, ¿cómo sabes que es ella?

lunes, 6 de agosto de 2007

El motor

Los motores de la acción humana.

La vanidad, la moral o el miedo a Dios son importantes pero juegan en segunda división. Menos espectadores, peores campos, horarios matutinos. La liga de las estrellas, los partidos del siglo los juegan los de siempre: el dinero y el sexo.

Respecto al primero creo que todo el mundo tiene las cosas bastante claras. Lo qué es. Para qué sirve. Qué hay que hacer para conseguirlo. Qué me puede dar y qué me puede quitar.

En cuanto al sexo, en cambio, se está afianzando una gran mentira global. La corrección política más rancia e insensata impone pautas de pensamiento que corremos el riesgo de asumir sin pararnos a pensar. Voy a decirlo alto y claro para que no haya dudas.

Señores: el sexo no es lo mismo para los hombres que para las mujeres. PUNTO.

Decir lo contrario, buscar la igualdad y la simetría a toda costa, lleva a actitudes absurdas que obvian lo que la naturaleza establece sin ambigüedades. Hechos físicos y biológicos que dejan en pelotas la gran mentira de lo políticamente correcto.

El orgasmo no se parece en nada en el hombre y en la mujer. Ni en intensidad, ni en número, ni en frecuencia. Ni en consecuencias. Lo que para el hombre es culminación para la mujer puede ser arranque. Ahora que lo pienso, deberían llamarse incluso de forma diferente porque no son la misma cosa. (Blasfemia!)

La mujer se queda embarazada. El hombre no. Lo siento, guardianes de la igualdad. (Algún insensato dirá que el embarazo no tiene nada que ver con la sexualidad). La mujer tiene la regla, o sea, ovula una vez al mes, o sea, su organismo es fértil en ciclos mensuales. El organismo del hombre es fértil todos los días, sin ciclos que valgan. El hombre tiene poluciones nocturnas. A la mujer se le llenan los senos de leche. El hombre puede ser impotente. Etecé etecé.

Que el comportamiento sexual de hombres y mujeres se haya ido equiparando con el paso del tiempo debido a convenciones sociales o a estructuras familiares está claro. Y eso tiene su lado bueno. Pero no perdamos de vista que el instinto y la naturaleza no van por ahí. Negarlo es propio de necios y de irresponsables.

El sexo, un motor que tenemos que comprender.

viernes, 3 de agosto de 2007

Las largas barbas


Mi cerebro es como una cuchilla. ¿Qué? De afeitar. ¿Queeeeeé?

Mi cuchilla de afeitar tiene una característica curiosa: cuanto menos la uso, antes se estropea. Es decir, a menor frecuencia de uso, mayor desgaste. Absurdo, no?

No tanto. Si me afeito poco, cada vez que lo hago mi barba tiene ya cierta longitud y cierto espesor. La cuchilla sufre más cuando tiene que cortar esos pelos "resabiaos" y bastan dos o tres usos para que quede inservible. Mal negocio.

Si me afeito todos los días, apenas se desgasta porque prácticamente se desliza por la piel desnuda. Bajo esas condiciones puede durarme meses.

Intento no dejar crecer mi barba, pero la pereza se impone. Pobre cuchilla...

jueves, 2 de agosto de 2007

Para que haya ganadores...


Te suspenden un examen. Te deja una novia. Te dejan fuera de la sección oficial de un festival de cortometrajes. Son hechos cotidianos con consecuencias más o menos críticas, pero siempre superables. Eso sí, también son ataques terroristas contra tu amor propio. Granadas de mano explotando en el ordenador central de tu autoestima. Rompiendo en mil pedazos tus depósitos de confianza y orgullo.

Hoy se ha dado a conocer la lista de cortometrajes que conformarán el catálogo Kimuak 2007. "De formación: profesional" no está entre los elegidos. Sabíamos que sería muy difícil, que no andábamos sobrados de calidad.

Pero cómo duele.

Aquí la lista:

1. COLUMBA PALUMBUS. Koldo Almandoz
2. DECIR ADIÓS. Víctor Iriarte
3. HEZURBELTZAK. Izibene Oñederra
4. LAS HORAS MUERTAS. Haritz Zubillaga
5. LIMONCELLO. Jorge Dorado, Luis A. Berdejo, Borja Cobeaga
6. NO ES UNA BUENA IDEA. Ugo Sanz
7. TAXI. Telmo Esnal
8. TRAUMALOGÍA. Daniel Sánchez Arévalo

Enhorabuena a todos los seleccionados y ánimo a los 35 perdedores. Habrá más exámenes, habrá más novias.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Un verano en la luna

Hoy os dejo algo que me ha escrito Velurio esta mañana. Hablando de nostalgias y de los cambios que en nuestra vida provoca la tecnología. Velurio llegó a París a finales de junio del 97 para pasar dos meses allí. Objetivo: desempolvar definitivamente su francés. Intentaría subsistir como camarero, profesor de español o músico callejero. Un viaje que había estado deseando hacer durante años y que ahora llegaba en el peor momento.

A Allison (sigue con su obesión Pixies) la había conocido un par de semanas antes en una fiesta universitaria. Conectaron desde la primera cerveza, desde el primer acorde de la primera canción. Pero Velurio siempre fue lento con las tías, le costaba ir conquistando terreno. Precavido y segurola, no daba un paso adelante si existía la menor posibilidad de quedarse con el culo al aire. Restos de una educación conservadora y reprimida -y de una falta de cojones alarmante, diría yo.

La última noche antes de salir hacia París se besaron por primera vez. Habían sido 15 días de cocción a fuego lento: cafés, cines, llamadas interminables. Y ahora que el plato estaba listo, él con la servilleta anudada al cuello y el tenedor en ristre, tenía que dejarlo encima de la mesa. No sólo se enfriaría -Velurio odia la comida recalentada- sino que alguno de sus compañeros de mesa se abalanzaría sobre su plato en cuanto él desapareciera.

Por su cabeza llegó a pasar la posibilidad de anular el viaje. Si no fuera por su absurdo orgullo, que más le valdría sacar a relucir en otras ocasiones.

En París la cosa fue bien desde el principio. Encontró trabajo como barrendero (el aire libre y poder recorrer la ciudad a pie le pareció perfecto). Hizo amigos franceses. Consiguió un apartamento céntrico y barato. Lo pasaba bien, pero no podía dejar de pensar en Allison. La había llamado dos veces a cobro revertido, pero no la encontró en casa y dejó de intentarlo.

Qué estaría viendo por la tele. Qué tiempo haría en la piscina esa tarde y lo morena que se estaría poniendo. Con quién estaría tomando cañas. Él en París y ella en otra galaxia.

Hasta que una noche se fijó en la luna. Redonda, amarilla, enorme, era imposible no hacerlo. Y se dio cuenta. No podían compartir el mismo programa en la tele ni el mismo bar ni la misma cartelera de cine. Pero sí la luna: la de París era la misma que la de Madrid. Quizás se vieran de forma ligeramente distinta, pero eran la misma cosa, eso estaba claro.

Saber que ella podrían estar mirándola a la vez que él. Pensar que los dos podrían estar compartiendo el mismo objeto al mismo tiempo. Eso salvó su verano, hizo las noches de aquellos dos meses más soportables. La luna unía dos galaxias a años luz de distancia.

Velurio me dice que algo así es irrepetible. Hoy tenemos móviles y correo eléctrónico y messenger. La luna ya no significará para nadie lo que significó para él aquel verano. Nadie la necesitará ya como la necesitó él.

PS: Le he preguntado cómo terminó su historia con Allison y el cabrón de él se ha negado a contármelo. Insistiré.

martes, 31 de julio de 2007

Una buena idea

Dentro de la carpeta del "Drums and Guns" de LOW, que compré en formato de vinilo la semana pasada, encontré el papelito que aparece arriba. En él se me da una clave con la que, a través de la web de Subpop, puedo descargar el álbum en formato MP3.

De esta forma puedo tener de forma justa y legal lo que tantas veces he echado de menos como comprador de vinilos: la posibilidad de escuchar esos álbumes en el coche, sin duda el lugar donde más disfruto la música, o en la piscina o en el tren o en la cola de la carnicería.

Una buena idea para para fomentar la sana costumbre de pagar por lo que ha costado sangre, sudor y lágrimas llevar hasta nuestros altavoces. Y es que a veces olvidamos que la música no se puede crear con un simple click de ratón, aunque consumirla pueda ser tan fácil como eso. Tan fácil y tan pobre.

El placer de ir a tu estantería, seleccionar lo que te conviene escuchar en este momento, coger la carpeta, notar el peso del material, la textura, analizar por enésima vez el diseño de la portada...sacar el plástico, sentir su olor, colocarlo en el plato, accionar la aguja y oir el crepitar de la electricidad que está a punto de estallar... girar la rueda del volumen hacia la derecha y... dejarse sacudir!!!

Ese placer está ahí para el que lo quiera y lo sepa disfrutar y ahora, gracias a iniciativas como la de Subpop, puede ser no sólo algo "romántico" sino hasta práctico y funcional. Chapeau.

lunes, 30 de julio de 2007

Ciclo

Desde este fin de semana mi hermano es oficialmente más alto que yo. A mi padre lo superé a los 16 años y durante estos últimos 15 he sido la referencia, el tope, el techo de los Iza. Se acabó. Un chaval de 17 años ha tomado el relevo y así se ha completado mi primer ciclo vital importante. El principio de mi fin.



viernes, 27 de julio de 2007

Teletransportado

Transportarnos. En el espacio y en el tiempo. Cubrirnos con la nostalgia por aquellos días, por esa persona o ese lugar que ya no es como era. Los olores nos estimulan de una forma pura e instintiva, haciendo que reaccionemos con las tripas. Sentir más que pensar.

Cuando vas por la calle y te cruzas con ese perfume lo primero que haces es pararte en seco, sorprendido al ver cómo te ha sacado de la realidad. Unos segundos de "cuelgue", intentando secuestrar ese momento para poderlo revivir cuando quieras, intentando visualizar aquella cara y aquella risa y aquella forma de andar.

Cuando entras en ese bar y te parece estar llegando a la cocina de tu abuela. ¿Qué especia será? O cuando el olor del barro húmedo te lleva a tus 11 años y al vestuario de tu equipo de fútbol. Tacos de aluminio bailando claqué en las duchas, manos heladas que no pueden aflojar los cordones.

El cloro de la piscina que inundaba los días de tus mejores veranos. El carbón de la barbacoas de los domingos. El estiércol junto a la puerta del caserío. El butano. La naftalina. El tabaco de pipa. El vick vaporub. La pólvora. Emociones y vivencias conservadas en frasquitos, siempre frescos, siempre presentes.

La música tiene esa misma cualidad. Hay canciones que relacionas de forma directa con momentos de tu vida, supongo que casi siempre buenos. Escucharlas al cabo del tiempo es dar un salto mortal emocional, con 3 tirabuzones y medio.

El que diga que los viajes en el tiempo son ciencia ficción no conoce el poder de la música. Yo acabo de volver al 2007 desde 1990. Me he puesto a escuchar esta canción de Ride




y he vuelto a tener 14 años. Granos por toda la cara. Pisamierdas. Sala de máquinas. Menudo viaje.

jueves, 26 de julio de 2007

El camino


Escribir es un alivio brutal para los que nos las tenemos que ver con la creación audiovisual. Una palabra y luego otra. La piensas, la escribes, la repiensas, la borras, la vuelves a escribir. Tan fácil, tan directo. Si no es ésta será la otra. Todas a mi disposición, esperando a que yo las elija y las ponga en el lugar adecuado. Las letras: 28 herramientas para extraer lo que hay en mi cabeza y convertirlo en el resultado final. Simple y eficaz, pocas cosas pueden perderse en un camino tan limpio.

En el cine tengo a los actores, la fotografía, la iluminación, el vestuario, el arte, el montaje, la música, el sonido. Herramientas complejas, son mis aliadas porque sin ellas no puede existir la película. Gracias a ellas puedo contar lo que quiero de la forma que quiero. Son la prolongación de mis brazos, de mis manos, de mis ojos y de mi cabeza.

Y sin embargo esas mismas herramientas que tanto necesito pueden ser mi mayor enemigo. Porque corro el riesgo de gastar todas mis energías en leerme los prospectos y los manuales de uso y quedarme sin fuerzas cuando tenga que utilizarlas. Porque entorpecen el camino, ese camino que en la escritura está tan despejado. Lo llenan de artilugios sofisticados, de animales exóticos, de flores silvestres. Yo lo que necesito es llegar al otro lado, que es mi película. Si me pierdo llegaré a otro lugar. A otra película.

A veces pensamos que el cine es un equipo de rodaje de 20 personas, y catering y partes de cámara y planes de rodaje y guiones técnicos y protocolos de actuación y ensayos mecánicos y making ofs y y y... No!!!!!. Imagen y sonido. No es más. Si lo complico, que sea porque mi película lo necesita.

miércoles, 25 de julio de 2007

The Follow

Los spots publicitarios tienen hoy un rol emocional que hasta hace poco estaba reservado a nuestras películas favoritas. Esas piezas de menos de treinta segundos son las utopías, los universos ideales. Los lugares en los que nos gustaría trabajar y jugar y conducir y enamorarnos.

No es sólo un producto industrial lo que nos venden. Llegamos a creer que la vida es caminar por una calle perfecta, mecidos por una melodía celestial, cruzándonos con coches de ensueño y bellas y sonrientes mujeres.

Algunos sienten la necesidad de pensar que Dios existe. Otros necesitan creer que la vida puede ser como un spot de BMW.

martes, 24 de julio de 2007

Viaje en el tiempo


La ví hace ahora dos años. "El desencanto" es una buena película documental que la presencia de Leopolodo María Panero convierte en todo un acontecimiento. Una personalidad extravagantemente arrolladora, un individuo dolorosamente consciente de su particularidad. Una anomalía hecha persona.

Yo no sabía nada de los Panero salvo por la referencia a Michi en la canción de Nacho Vegas. La primera vez que ví a Leopoldo María fue en la película y tenía el aspecto con que aparece en la foto de la cabecera. Un hombre de 28 años, en su plenitud física e intelectual. Una intelectualidad oblicua si se quiere y un físico que no se podría calificar de hermoso, pero sí con cierto atractivo.

Ese tío me impactó tanto que lo primero que hice al día siguiente cuando bajé al locutorio (2 años son una eternidad, ahora me parece increíble que no tuviéramos internet en casa) fue lo que se hace hoy, tirar de google y escarbar un poco.

Todo fue tan rápido que no me paré a pensar. Ése fue mi problema. En realidad era un cálculo muy fácil, instintivo y natural. Lo normal habría sido tenerlo previsto cuando pulsé el botón de "buscar", pero no fue así. De una forma absurda, yo esperaba encontrarme con el mismo rostro que había visto el día anterior.

Y esto fue lo que me encontré:


Mi cerebro rompió a sudar. Una tristeza inadjetivable se me lanzó al cuello hasta ahogarme. ¿Quién le ha hecho eso? ¿Qué clase de maleficio ha caído sobre él para que le hayan escatimado 30 años de vida? ¡Pero si ayer por la noche tenía mi edad y esta mañana es más viejo que mi padre! Fueron sólo unos segundos, pero el vértigo que sentí no se me ha olvidado todavía. Vértigo y compasión.

Claro, enseguida até cabos. La película se rodó en 1976. ¿Qué coño esperaba? Fue estúpido no tenerlo en cuenta cuando me puse a buscar. Para mí los 30 años que separaban esas dos fotografías no existían, se reducían a una noche de verano. Luego, fui descubriendo lo que él había vivido en ese tiempo. Todos los excesos de los años de la movida, las idas y venidas de los sanatorios, las aventuras sexuales...Y la tristeza y la compasión me abandonaron. Menos mal.

Pero queda el recuerdo del fogonazo, la sensación de abismo, el aguijonazo de tristeza pura.

Esa tristeza es el negativo de la que sentiré cuando a mis sesenta años vea la foto que me saque hoy. Cuando me cague en los muertos del que me ha robado 30 años.

lunes, 23 de julio de 2007

El guión 10


Una etapa pirenaica del Tour de Francia es un manjar. Si es en fin de semana, después de comer y de resaca, el cóctel ya es infalible. Pensado fríamente, no hay mucho a lo que agarrarse cuando intentamos analizar su presumible espectacularidad: ni grandes virtuosos, ni despliegues tácticos o técnicos, ni alternancias en el marcador, ni superestrellas. ¿Qué tiene esa chica que ni es guapa ni baila bien ni habla francés, para que nos vuelva locos a todos?

Las razones por las que una etapa como la de ayer nos agarra por los huevos y no nos suelta son las mismas por las que lo hace una película bien construida. Un último puerto es un tercer acto perfecto, lleno de tramas culminando de las formas más diversas. Tenemos certezas, incertidumbres, sufridores, héroes y villanos. Llegan los desfallecimientos, las resurrecciones, los acuerdos, las traiciones. Trabajan los gregarios, rematan los líderes. Y todo ocurre bajo un manto de sufrimiento extremo, que transforma cualquier movimiento en un gesto épico.

No hay imagen más gráfica de la derrota, de la humillación, que un ciclista (y más si es uno de los favoritos) quedándose solo al no poder seguir al grupo de cabeza. Plomo en las piernas. Hormigón armado en sus ruedas. Esa soledad, esa impotencia, ese sufrimiento físico y moral tienen una fuerza descomunal. Material narrativo de primera.

El ciclista que se escapa del grupo con pedaleo ligero, bailando sobre los calapiés, dejando a los demás como congelados en el espacio. Pocos momentos más exultantes.

El gregario que tira de su lider, observándolo y animándolo como una madre a su cachorro. Pocos momentos más tiernos.

El que se agarra al ritmo del grupo, "haciendo la goma", recurriendo a no se sabe qué reserva de energía. Pocos momentos más agónicos.

Y cuando todo se acaba, queda todavía un epílogo escalofriante: la llegada a meta de los que se han ido quedando por el camino. Esos a los que no hemos podido acompañar en la subida. Fantasmas que reaparecen, personajes que habían muerto para la trama principal pero que han seguido librando su batalla personal de forma anónima, en una dimensión paralela y misteriosa. ¿Cómo habrá sido su subida? ¿Qué habrá pasado en esa media hora para que éste haya terminado llegando a la vez que ése? ¿Qué habrá ocurrido para que haya perdido 17 minutos o para que llegue con el culote roto? Nunca lo sabremos. Las elipsis, que a veces nos roban lo que queremos que se nos cuente.

Yo de mayor quiero hacer una película como una etapa pirenaica.

viernes, 20 de julio de 2007

Velurio


A los pocos días de arrancar el blog me escribió un personajillo llamado Velurio para hacerme una serie de sugerencias al respecto. Me sentó fatal que se atreviera a darme indicaciones sin conocerme de nada y peor aún me sentó que lo hiciera parapetado tras ese homenaje a los Pixies. No soporto a los ratones de dormitorio que incuban sus frustraciones y arrastran sus anhelos más sórdidos bajo el anonimato que les ofrece la red. Y si lo hacen amparados en uno de los intocables de mi adolescencia, el asunto ya me toca los huevos escandalosamente.

Esa primera vez le contesté como se merecía, cortante e implacable. Sin embargo Velurio insistió y sin darme cuenta convirtió sus mensajes en una rutina a la que me acostumbré. Entre toneladas de insensateces fui descubriendo pequeñas perlas de pensamiento autónomo y original. Empecé a vislumbrar una cabeza detrás de toda aquella morralla. E incluso un corazón.

Luego vino una cara, una voz, una forma de vestir. En poco tiempo mi imaginación había dado forma completa a Velurio y, como es normal (el subconsciente, digan lo que digan, actúa siempre de forma lógica), el aspecto que le adjudiqué tiene mucho que ver con la fotografía que encabeza este post. Para mí, ése es Velurio. Subconsciente comodón el mío, incapaz de crear imágenes genuinamente nuevas.

Nuestra correspondencia fluye. Le he ido perdonando esas inclinaciones narcisistas y su insoportable prepotencia porque los supongo mecanismos de defensa que camuflan complejos, traumas y granos en el culo.

Tengo que reconocer que lo que nos une pesa más que lo que nos separa y que Velurio va a aportar cosas positivas a este blog. Para empezar, me pide que como presentación os deje esta joya, que no es de los duendes sino de "Perfect from now on", un discazo de Built to spill.



jueves, 19 de julio de 2007

Preparado

Dentro de siete horas va a estar dormido en un portal, con una lata de cerveza china tambaleándose en una mano y la entrada de la discoteca en la otra, sin números de teléfono ni nombres de chica anotados en la parte de atrás.

Pero ahora se mira en el espejo improvisado de la puerta del metro. Benditos túneles, que le dan el negro que necesita. Se toca el pelo con las yemas de los dedos, realizando cambios imperceptibles para mí pero vitales para él. Este pelo girado 37 grados y medio de más hacia la derecha, ese mechoncillo que debería estar 2 milímetros más arriba. Lo coloca y se mira.

Y se remira. A ver ahora...espera, aquí hace falta otro toque...menos mal que lo he visto porque si me presento con la patilla así...¡ostia, las patillas! A ver, a ver, la de la derecha parece medio milímetro más larga que la de la izquierda...o no...no, parece que están bien, uf menos mal.

Comprueba que la camisa asoma por el pantalón la longitud adecuada en cada punto (no es lo mismo por detrás que por delante, no es lo mismo a la izquierda que a la derecha). Que la apertura del cuello es la exacta, suficiente para que se intuya el collar que se compró en Tailandia pero no tanto como para que asome ese hueso que nunca ha sabido cómo se llama y que tan feo le parece.

Cinco paradas de metro y veintiocho ajustes más tarde está preparado para salir ahí fuera y comérselo todo. Los detalles. La precisión. El mimo. La vanidad.

Es vanidad, pero también es sensato. Su obligación es que lo que está en su mano no falle. Luego la noche ya lo pondrá en su sitio. Un portal inundado de vómitos.

miércoles, 18 de julio de 2007

Sintonía

Tocaba inaugurar la sección de videos y para eso he elegido uno de los mejores cortometrajes españoles de los últimos años. Yo no me canso de verlo. Dirigido por Jose Mari Goenaga en 2005, es una historia sencilla llena de romanticismo y de poesía, cine puro condensado en menos de 10 minutos.

Algunos momentos son para enmarcar: el lento "zoom in" hacia ella mientras es "sintonizada" por él, el travelling circular a su alrededor hasta que se da cuenta de que hablan de ella , el silencio instaurado por ella al apagar la radio (un silencio que todos los espectadores querríamos romper inmediatamente), el primer cara a cara y la oportunidad de hablarle directamente...

Y ese corte a negro final, que puede ser un gran comienzo. Poniéndonos un nudo en la garganta.

Teniendo cortos así, quién necesita largometrajes en España??

Perfecto.

martes, 17 de julio de 2007

La serpiente y el terrorista

La sensatez es noticia. El sentido común se presenta como una raza exótica recién descubierta y se adueña de los titulares. No es de extrañar: plumaje multicolor, canto bello y armonioso, olor dulzón...Los guardianes del sistema se agolpan a su alrededor inspeccionándolo y tratando de sacar conclusiones sobre su naturaleza. Se diría que hasta tienen miedo del animalito. No saben si liberarlo para que procree sin limitaciones o encerrarlo en una jaula. O matarlo.

Imaz ha dicho cuatro cositas simples, básicas, de cajón. Hasta aburridas. En el guión de nuestra película nunca habrían pasado el corte por obvias y por lineales, pero en la retorcida realidad en la que vivimos suponen todo un giro dramático, un detonante para que estalle el conflicto. La trama está servida. Imaz es un terrorista y parece dispuesto a todo. La guerra santa en nombre del menos común de los sentidos.

¿Cómo se atreve a pedir otra baraja cuando todos han estado jugando con las cartas marcadas sin quejarse?

Basta que dos quieran jugar para que haya juego. ¿Quién se apunta?



viernes, 13 de julio de 2007

Y llegó el rock


Mi primer concierto de rock, o por lo menos el primero de que tengo recuerdo, fue hace 15 años y 9 días. Nirvana tocaba en el polideportivo de La Casilla de Bilbao dentro de la gira de su "Nevermind". El cartel lo completaban Teenage Fanclub, recién salido su maravilloso "Bandwagonesque" y Surfin Bichos, que por aquellos días se encontraban a punto de asaltar las radiofórmulas de todo el país con "Fuerte". Al final los SF no tocaron y nunca pude verlos en directo hasta que me quité la espina el año pasado en el Primavera.

Me parece imposible que hayan pasado 15 años. Podría describir casi cada minuto de aquel día. Quiénes íbamos y las camisetas que llevábamos. Las partidas de futbolín que echamos en Romo a las 4 de la tarde, antes de ir a Bilbao (no había metro, ir a Bilbao era un acontecimiento). Los cachis de calimocho que nos bebimos en un bar frente a La Casilla, mientras veíamos por la tele el prólogo del Tour que ganó Induráin. Las prisas para entrar en el pabellón y poder colocarnos en las primeras filas. Expectativas infinitas. Emoción. Felicidad pura. Cuando es eso lo que se siente supongo que es normal que quede grabado a fuego en nuestro curriculum vital.

Ruido, mucho ruido. Elefantes pisoteando mi estómago. Montañas cayendo sobre mi cabeza. Anguilas eléctricas trepando por mis pantalones. Esa sensación de fisicidad es lo que más me impresionó, el sonido como un mar en el que sumergerte y dejarte llevar y hundirte y ser rescatado. Una y otra vez.

Este fin de semana llega el summercase a Madrid, con algunas de las mejores bandas de rock de hoy en día. Algún chaval de 15 años tendrá hoy su Nirvana personal, su Induráin, su calimocho. En 2022 lo recordará como si hubiera sido en 2021.

Nosotros iremos, por supuesto. Pero sé que no correré para buscar la barrera. Sé que las expectativas infinitas y las anguilas trepando por mis piernas no contarán entre mis sensaciones este fin de semana.

jueves, 12 de julio de 2007

La silla


Cuenta Tarantino en una entrevista concedida a Cahiers du Cinema que Robert de Niro somete a los directores con los que trabaja a una especie de examen haciéndoles una pregunta muy concreta: "¿Qué zapatos viste mi personaje?"

Le tocó responder cuando el actor aún no había dado el sí definitivo a su papel en Jackie Brown, y por suerte su respuesta fue más detallada de lo que el propio De Niro habría imaginado nunca en sus fantasías más húmedas.

Esta táctica obedece en la superficie a algo muy natural: de Niro quiere saber si el director conoce a su personaje. Para él, que el creador conozca a la criatura es su punto de apoyo, la base mínima para que él pueda hacer un buen trabajo. Sin embargo a De Niro le gusta pensar que al final del proceso de construcción será él quien mejor la conozca. Quiere sentir que el personaje lo crea definitivamente él. El actor como creador.

Una simple ecuación de vanidades.

Más alla del aspecto técnico o funcional que esconde la pregunta de De Niro, hay una tensión originada por la jerarquía. Tarantino será el superior del actor durante el tiempo que dure el rodaje, y éste no está dispuesto a someterse a nadie cuya autoridad no esté plenamente justificada. ¿Que tú eres el jefe? Tendrás mi respeto si te lo ganas.

El actor. El director de fotografía. El director artístico. El montador. Todos colaboradores. Todos piezas de una máquina que funciona con un objetivo: hacer la mejor película posible. Los mejores amigos del director. O los peores enemigos. Te pondrán a prueba hasta que les convenzas de que mereces dar órdenes y ser obedecido. De que te mereces esa silla. Llévate la lección empollada y tu máquina contará con todos sus engranajes, con todos sus tornillos, ejes y rodamientos.

Si no, prepárate para descarrilar.

miércoles, 11 de julio de 2007

De espaldas a la vida


Fuenterrabía es aquello, lo que está más allá del banco, delante de esa pareja. Madrid esta aquí, desde donde saco la foto.

Dos realidades paralelas, conectadas por un misterioso túnel de 4 dimensiones.

Allí, Fuenterrabía. Aquí, la vida.

martes, 10 de julio de 2007

Flechazo

Hay una fase especialmente apasionante en el proceso de gestación de un corto en la que vas viendo cómo las piezas que han revoloteado perezosamente dentro de tu cabeza durante meses se van transformando en elementos reales. Personas y lugares. De lo que sólo existe en tu cabeza, de una idea (ideal), pasas de pronto a algo que es lo que es.

Ese "es lo que es" es lo que va a marcar en muchos aspectos los límites de tus posibilidades. Tus condiciones de contorno. Las ideas, los frutos de tu imaginación son maleables, las estiras y las manipulas a tu antojo para ir adecuándolas a lo que crees que necesitas. Coste cero y resultados garantizados.

La realidad es más cabrona: te va a empezar a marcar las diferencias entre lo que has estado soñando y lo que vas a poder tener entre tus manos cuando todo acabe. Diferencias que casi siempre son renuncias.

Parece crítico. Y lo es. La elección de los actores y de las localizaciones es uno de los momentos cumbre del proceso. Y lo que acojona es que ocurre meses antes de terminar el trabajo. Punto de no retorno. El corto se convierte en una bola de nieve que se precipita pendiente abajo y ya no hay quien la pare.

Todo esto trae consigo una sensación de vértigo, pero también una emoción intensa. Si los actores son los adecuados, si la localización es buena, empiezas a ver a tus personajes moviéndose por ella, viviendo en ella. El guión, muerto hasta ese momento, empieza a respirar. Levántate y anda.

A veces lo que encuentras supera las previsiones más optimistas. Enamorarte de una localización es como enamorarte de una mujer sabiendo que es la que tiene que ser. Hasta a los ateos nos entran ganas de rezar para que nuestro amor sea correspondido.

Recemos.

lunes, 9 de julio de 2007

Da power

Así como ya nos hemos acostumbrado a relativizar y a aplicar un filtro a todo lo que aparece en internet, parece que el papel impreso mantiene todavía un aura de autenticidad. Es fácil poner en duda cualquier información aparecida en un blog, pero si la misma aparece escrita en nuestro periódico de toda la vida, la tendencia será a considerarla cierta y fiel a la realidad mientras no se demuestre lo contrario.

Esto viene al caso de la entrevista que me hicieron la semana pasada y que apareció en formato papel este viernes en El Correo (versión digital aquí ). Ha sido curioso comprobar el efecto que tiene un artículo así en la gente. Antes del viernes, mi vida como realizador era algo indefinido, nebuloso, casi ficticio. Un cuerpo. Algo que tocar y que oler. Eso es lo que mucha gente de mi entorno necesitaba y eso es lo que ha conseguido el fantasma de mi carrera audiovisual. Antes nada, ahora todo. Ser o no ser.

De pronto todo el mundo da por supuesto que me va fenomenal con el cine. "Cómo no te va a ir bien si hasta sales en el periódico". Todos los malos ratos, las dificultades económicas, las decepciones, las frustraciones, las dudas...todo queda obviado gracias a un leve soplido. Un leve soplido todopoderoso.

Es curioso porque es un fenómeno que está por encima de la obra. Qué mas da cómo sea tu corto si ya tienes la noticia, la portada. ¿El corto es una mierda? Da igual, es secundario, tu carrera va viento en popa. Mientras sigas saliendo en los periódicos no esperes apoyo, comprensión o compasión porque no los necesitas. Este tipo de conclusiones son directas y muchas veces falsas. Pero todos caemos.

Qué poder tienen.

martes, 3 de julio de 2007

Mis yos


Yo somos yos. Muchos yos, montones de yos. Yos generosos, yos egoístas, yos listos, yos tontos, yos cobardes, yos valientes.

Todos agazapados hasta que alguien coloca el espejo en la posición crítica y...blop!!! , ahí aparecen.

A veces, casi siempre, es uno que ya conozco. Pero también los hay nuevos, no vistos, no conocidos.

Cuando aparece un yo nuevo, intento identificarlo y recordarlo. Saber que está ahí. Saber que puede volver a aparecer en cualquier momento. A algunos yos me gusta verlos a menudo, amigos siempre bienvenidos. A otros los odio, pero no puedo fingir que no existen.

Supongo que mi catálogo de yos es limitado y que llegará un momento en que los tenga a todos clasificados y etiquetados. Controlados.

¿No?

lunes, 2 de julio de 2007

Pautados

Los alemanes son los reyes del lenguaje "precocinado". Detrás de una fachada inmaculada, de una construcción sin grietas, de un discurso sólido y bien cimentado, a veces sólo se esconde el vacío más lamentable. Conclusiones, sentencias, gestos, reflexiones. Todo sale de una única gran coctelera nacional que bebe de fuentes muy concretas, desde el Süddeutsche Zeitung hasta Stefan Raab, pasando por el Autobild, Harald Schmidt o Gunter Netzer.

Expresiones sobadísimas que el alemán medio hace suyas y te vende como vírgenes con la mayor desvergüenza, como descubriéndolas cada vez que salen de su boca. 80 millones de personas combinando no más de 50 o 60 expresiones. El alemán, un idioma con infinitas posibilidades, reducido a un manojo de clichés exasperantes. Pautas.

De alguna forma son conscientes de ello. Y les encanta. Son muy gregarios los alemanes. Les pirra el sentimiento de pertenencia y pocas cosas unen más que el uso de un lenguaje común, una jerga.

Pero ésa es otra cuestión, el comportamiento gregario. Ni mucho menos patrimonio exclusivo de los alemanes, como he podido comprobar en mis carnes esta semana en Madrid (Rolling Stones, Europride...).

Estaba con las pautas. Ese tipo de lenguaje pautado que descubrí en Alemania lo he visto cada vez más implantado en España. Quizás siempre ha estado ahí, pero nunca había sido consciente hasta ahora. Siempre pensaba que nosotros teníamos un catálogo más amplio, una capacidad mayor de aportación personal. Pero ya no lo creo. Estamos igual de mal.

¿Qué es lo preocupante de todo esto? Un lenguaje pautado implica por cojones un pensamiento pautado. Y un pensamiento pautado implica una acción pautada. Pocos son los que se atreven a salirse de la cuadrícula. A los renglones torcidos los llamamos locos.

Las pautas lo invaden todo: los discursos de los políticos, los artículos de los periódicos, las conversaciones de cafetería, las películas. Es un enemigo que ataca sin que te des cuenta. Se mete en tu trinchera en mitad de la noche y te roba la comida, la munición y hasta la ropa, dejándote en pelotas. El primer paso para ganar una guerra es identificar a tu enemigo. Empecemos por ahí.

Pautas. Lugares comunes. Clichés. Tópicos. Son muchos y están armados hasta los dientes. Será dura esta guerra.

viernes, 29 de junio de 2007

Infancia azul y blanca


Mi infancia no es un tiempo, ni siquiera un lugar. Es un equipo de fútbol. Y unos nombres: Arconada, Zamora, Satrústegui, López Ufarte. Los pronuncio y se me llena la boca de plastilina, colacao con campurrianas, tebeos de El Capitán Trueno, recreos, charcos, calcetines comidos por los zapatos.

Pienso en mi niñez y me viene a la cabeza el traje naranja y negro de Arconada. Todos los niños queríamos tener ese traje. Arconada era Dios. Y Lopez Ufarte el espíritu santo.

Era una promoción especial de la caja de ahorros. Esa foto inundó todos los hogares de Guipúzcoa a principios de los 80. Regalaban un juego de bandejas metálicas con la foto de los campeones. Coliflor con patatas y Zamora. Trikitixas metálicas y Perico Alonso. Bombonas de butano y Celayeta. Cafe con leche, magdalenas y Górriz. Estuches de cremallera, transportadores de ángulos y Satrústegui. Mocos. Paperas. Paradas de Arconada.

La Real está en segunda y no me importa. Mi Real siempre será campeona y siempre olerá a coliflor.

jueves, 28 de junio de 2007

Membranas interdigitales

Mi película es un montón de arena.

La he ido trayendo a mi habitación durante meses. Con paciencia, grano a grano. Cuidando de que el color, la textura y los reflejos fueran los adecuados. Seleccionándola.

A veces traía un montoncito de arena nueva desde una playa lejana, los bolsillos de los vaqueros hasta arriba, los granos enredados entre los hilos azul claro y los restos de kleenex. Y al llegar a casa tenía que deshacerme de ella porque no se parecía al montón que ya tenía.

O me entraban unas ganas insoportables de enchufar la aspiradora y !!!uuuuuuuuuushhhhhh!!!, sentirla repiquetear (qué placer) a lo largo del tubo de metal hasta verla desaparecer de la tarima flotante y poder empezar así, sin remordimientos, con otra arena. Una nueva, una del Caribe. O de más allá.

Le he ido cogiendo cariño a mi montón. Todos los días lo miro. No me gusta que sea un simple montón, siempre en peligro de perder algunos granos. Eso sí, su momento está al llegar.

He dejado de recoger arena porque he calculado que tengo la cantidad exacta y precisa. La he medido y remedido, y sí, estoy convencido. Será una figura preciosa. No tengo más que recoger mi montón y colocarlo en el molde que me he fabricado...y voilá, tendré mi escultura, tal y como la he diseñado, tal y como la he imaginado más de mil veces.

Si no tuviera tanto miedo. Conozco mis manos. Son torpes y débiles. Hago pruebas: las junto y las aprieto mucho, la una contra la otra. Y veo fisuras, grietas, huecos. La arena se me escurrirá. Lo sé. No podré llevar a mi molde toda la arena que he recogido. Unos cuantos granos se perderán en el camino y mi escultura no será la que he diseñado.

Sólo espero que no le falte ningún miembro y que se parezca a lo que había imaginado. Que tenga un aire por lo menos. Que no me pase como aquella vez que hice un molde de una jirafa y me salió un perro salchicha.

A ver qué pasa. Hasta que llegue el momento no me queda más que ejercitar mis manos y tratar de reducir el tamaño y el número de huecos.

Quién tuviera membranas interdigitales.


miércoles, 27 de junio de 2007

Las espirales y las gafas mágicas

Él y ella viven a lomos de una gran espiral.

Cuando están montados sobre la espiral del amor, cada paso los lleva a una posición mejor que la anterior: mejores vistas, un aire más puro, una luz más intensa.

Una fuerza cálida, irresistible y descomunal los arrastra. Suben y suben. Acción-reacción-acción-reacción. Todo marcha. Siempre hacia arriba. Más que ayer pero menos que mañana. Muy bonito.

Pero.

Con la espiral del amor se entrelaza de forma obscena la espiral del odio. En algunos puntos la distancia entre ambas es crítica. Una palabra mal dicha, un gesto inoportuno y se ven en la espiral equivocada. Allí reina otra fuerza tan brutal como la anterior, ésta fría e implacable, que los arrastra hacia el fondo, donde cada vez hay menos luz.

A veces, maniatados, amordazados y cegados por la oscuridad, pierden de vista la otra espiral y se olvidan de que existe, de que antes viajaban por ella. Qué miedo.

Ahora él y ella han encontrado unas gafas mágicas. Con ellas es fácil. Con ellas pueden ver la espiral del amor desde cualquier punto, por muy negro que esté a su alrededor. Deben de tener una especie de infrarrojos. Con ellas ven cuándo pasa la espiral a su lado. No tienen más que esperar a tenerla cerca, un pequeño salto y ... hop!

Saben que volverán a caer en la otra espiral. Lo llevan escrito en su ADN. Pero no les importa porque tienen sus gafas mágicas.

martes, 26 de junio de 2007

Nuestros niños y nuestras madres

Hace poco me contaba un amigo, con cierto sentimiento de culpa, que no le caía bien uno de sus sobrinos, un chaval de 7 años. Que no lo podía evitar. Que no era un sentimiento pasajero o una salida de tono gratuita, sino algo real y consistente.

Mi primera reacción fue echárselo en cara. Cómo te puedes poner a tus treintay a la altura de un niño de 7 años y juzgarle de igual a igual. Esto no funciona así. Un niño no es todavía una persona completa, no puede merecerse sentimientos adultos. A un niño no se le puede reprochar nada, no conoce las reglas del juego todavía. Ya tendrá tiempo de ser un hijodeputa y de ganarse tu odio.

Con las madres ocurre algo parecido. La madre pasa por ser uno de los símbolos universales del amor y de la bondad. De la comprensión. De la generosidad. De las más elevadas virtudes del hombre, vaya. Pones a parir a una madre y te equiparan automáticamente al mismísimo diablo.

Pero a mí algo no me cuadra.

Existen personas imbéciles, o egoistas, o violentas, o vanidosas, o envidiosas? Por supuesto. Y algunas de estas personas son mujeres? Sí. Y algunas de estas mujeres engendran y dan a luz? Sí. Y al dar a luz, algo hace "clic" en sus cerebros y se transforman en un ser superior, infalible e inmaculado llamado "madre"? Lo dudo.

No nos libramos de lo que somos. Ni siendo niños y comportándonos como tales. Ni siendo madres, ni siendo padres.

El niño de la foto nació el 20 de Abril de 1889 en Braunau am Inn y murió el 30 de Abril de 1945 en Berlín, antes de ver el imperio de sus sueños definitivamente arrasado por los aliados.

lunes, 25 de junio de 2007

El fuera de campo

Uno de los recursos narrativos que más me gustan y que peor se usan en el cine es el "fuera de campo". Como la teoría todos nos la sabemos muy bien no hace falta que nadie nos explique lo importante que es la administración de la información: el control de lo que contamos y de lo que no contamos. Lo que mostramos y lo que no mostramos. La velocidad a la que mostramos. El punto de vista desde el que mostramos. En fin, las madres del cordero de toda la cosa ésta de contar cuentos.

En el audiovisual es todo un poco más delicado que en el resto de disciplinas artísticas (toda obra de arte está contando algo, no?) porque las herramientas de las que disponemos para contar son tan brutales, tan numerosas y tan exhaustivas, que muchas veces lo difícil es no contar. Si cuentas, ya no sugieres, y estarás cometiendo el mismo error que esa jovencita que para calentar a su príncipe azul se queda en cueros en el minuto 1, cuando él preferiría disfrutar de un trabajo más "imaginativo" antes de encontrarse de golpe con todo el pastel. Y es que eso que él se imagina es en muchos casos mejor que lo que luego se le ofrece.

Por eso es tan importante saber renunciar a la narración explícita en favor de la capacidad de sugestión. Si tengo 6 ó 7 posibles canales para llevar información a mi receptor, estaría bien que renunciara a unos por aquí y a otros por allí para que él complete el puzzle con su aportación personal, que, no sé muy bien por qué, enriquece la experiencia de forma letal. Siempre he creído que ésta es la gran ventaja de la literatura sobre el cine: la aportación del receptor.

Por supuesto, aquí nos movemos en una finísima linea, la que separa una escena que sugiere de una que no se entiende, que es donde muchos directorzuelos de segunda división nos metemos la ostia...

Todo esto parece trivial sobre el papel, pero qué jodidamente complicado es hacerlo ahí fuera.

La semana pasada ví "La soledad", la nueva maravilla de Jaime Rosales. Ahí me encontré con uno de los "fuera de campo" más emocionantes, efectivos y consecuentes que he visto en mi vida. En la escena en cuestión Adela llega a su casa después de la muerte de su hijo y su compañera de piso, Inés, la espera planchando. Mantienen una conversación en la que sólo se nos da un plano fijo de Inés. A Adela la oímos pero no la vemos. Pues bien, su presencia, su dolor, su tristeza y su rabia se apoderan del plano de una forma increíble. Sin ninguna imagen de ella, sin ninguna palabra altisonante. Milagros del fuera de campo. Creo que ninguna otra estrategia para esa secuencia nos habría dado a una Adela más presente.

Para conseguir esos minutos de cine puro no basta con saber de narrativa cinematográfica. No basta con saber dónde colocar la cámara o qué hacer con ella. Tienes que conocer al ser humano. Tienes que comprender a tus personajes. Tienes que amarlos.

Y tienes que confiar en tu receptor.

Qué fácil parece. Y qué difícil es.

viernes, 22 de junio de 2007

Héroes


Siempre he pensado que uno de los grandes problemas de la ficción española es la nula capacidad para la generación de héroes. Y no me refiero a un tío capaz de romperle la crisma a cabezazos al malo de turno o de plantar la bandera adecuada en el lugar oportuno. De hecho no se trata tanto del qué hace como del cómo es. Un héroe es alguien a quien nos gustaría parecernos, alguien que hace y dice cosas que nosotros no podemos. Alguien que siente más, que sufre más, que ama más, que odia más, que pelea más, que disfruta más. Alguién más.

Se me ocurren poquísimos personajes en la ficción española de los últimos años que lleven el sello que buscamos en los héroes. Julio Medem es de los que más cerca ha estado, con el Ángel de "Tierra" o el Jota de "La ardilla roja", que probablemente no son más que parcelas idealizadas de la personalidad del propio Medem. Y por lo que leo en las crónicas, el Benito Lacunza de "Bajo las estrellas" podría ir en esa dirección. Los perdedores como héroes.

¿Por qué ocurre esto?

La cuestión no es que no se puedan crear personajes heróicos, sino que no nos los creemos. Y ése es un problema del país, no sólo de la ficción.

Uno de los síntomas más claros de este escepticismo ante lo propio es la inexistencia de un star-system en nuestro cine. Es muy difícil que lleguemos a mitificar a un compatriota hasta el punto en que lo hacemos con un actor de hollywood. A uno de los nuestros siempre tendemos a colocarlo en su lugar, a relativizarlo y a humanizarlo, mientras que con un George Clooney o con una Scarlett Johannson la tendencia es la contraria. Han dejado de ser humanos para convertirse en otra cosa, en los dioses de nuestro tiempo.

Lo mismo nos pasa con los deportistas, los músicos, los policías... En USA tienen CSI y The Shield (ahí tenemos un héroe que es también villano) y nosotros tenemos a Los Hombres de Paco. No recuerdo ni un sólo personaje policíaco español que podamos admirar o que no provoque la risa. ¿De dónde vienen estos complejos? ¿Pór qué no nos creemos que un policía español puede ser tan atractivo, violento, inteligente o implacable como uno americano?

Y qué decir de los superhéroes. Que EL superhéroe español sea súperlopez dice mucho. Incluso nuestros nombres nos los tomamos a broma y los utilizamos como recurso para la parodia.

También ocurre con los lugares. ¿Dónde están los lugares míticos en nuestras películas? Una de las cosas que tienen en común las películas que me apasionan es el "me gustaría vivir en esa casa, frente a esa llanura, en ese rascacielos... me gustaría que esas personas existieran". Son universos atractivos. ¿Cuántas veces hemos sentido eso con una película española? ¿Dónde están los universos españoles?

La respuesta podría ser que nosotros no podemos mitificar lo nuestro por conocido, así que hay que esperar que fuera de España sí sean capaces de contemplar nuestros universos de ficción como lugares en los que les gustaría vivir.

¿Nos lo creemos?

jueves, 21 de junio de 2007

La América que amamos



Ayer estuve en el concierto de Jason Molina y sus Magnolia Electric Co en la sala Sol. No sé qué tiene Jason Molina que cada vez que abre la boca hace que me entren ganas de llorar. Su voz parece venir de un lugar muy antiguo, muy triste y muy familiar. Escucharle es como volver al vientre materno y no querer salir de él.

Qué coño tendré que ver yo con un tejano que canta en un idioma que apenas comprendo sobre sitios en los que nunca he estado para que lo sienta tan mío? Ni idea. Supongo que tendrá que ver con las películas, los discos y los libros que hemos mamado desde críos. Un porcentaje altísimo de las cosas que más he amado en mi vida vienen del lugar que ahora hay que odiar oficialmente, ya sea por los irakes, los blockbusters o los burgerkings. América la tenemos idealizada con el corazón, la tenemos tatuada en las entrañas. Nos acompaña y nos moldea desde hace demasiados años como para renegar ahora de ella.

Claro, que no era sólo la voz de Jason Molina. Dos guitarras cabalgando desaforadas una detrás de la otra o una encima de la otra (sí, "follando"), unos teclados que te abrían los pulmones y los poros cuando más lo necesitabas y una batería primitiva y desnuda hacían el resto.

Sí, las canciones se parecen mucho unas a otras, los desarrollos son previsibles y las armonías conocidas. Pero eso era lo que íbamos buscando. Volver a casa.

miércoles, 20 de junio de 2007

Alta tensión


Surcando las a menudo putrefactas aguas de la red me dí una vez de bruces con esta joya de foto. Tomada vaya usted a saber dónde, cuándo y en qué circustancias. Bueno, las circunstancias no son difíciles de adivinar. El "dónde" tampoco es tan difuso, nos bastaría un círculo de menos de 100km de radio para asegurar el tiro.

La incógnita del "cuándo" es la que me resulta interesante, porque me sale una ecuación cuya solución no es un valor fijo sino un rango que ocupa ya demasiados años. Quiero decir que esa foto pudo haber sido tomada hace 5 años, pero también podría serlo dentro de 2 días y, probable y desgraciadamente, dentro de 10 años. La sensación de inmovilidad, de imagen congelada que tiene el conflicto que ilustra esta foto es tan física como una patada en los cojones cuyo efecto nunca termina de desaparecer.

Pero de esto ya se habla mucho y siempre en vano.

Es la carga icónica y estética de la foto lo que me ha impulsado a postearla. El rostro eternamente contraído de Otegui y la máscara fría del ertzaina, frente a frente, perfectamente alineados, representando dos bandos en una guerra en la que hay por lo menos 17 ó 18 más.
No podemos evitar imaginar qué estará ocurriendo en esos 20 centímetros que separan un rostro del otro, un mundo del otro. 20 centímetros llenos de odio, de miedo, de incomprensión, de desesperanza. 20 centímetros de aire vibrando al son de palabras violentas, amenazadoras, frías, insensatas, necias. 20 centímetros que resumen un país.

Los dos periodistas que asoman al fondo, fuera de foco, completan el cuadro. Además de su función plástica (esa cabeza girada levemente para completar la diagonal apuntada por la visera del ertzaina) cumplen también una función simbólica: somos nosotros, enfrentados a un espejo que nos muestra una imagen que nos cuesta aceptar y que vemos imposible cambiar. Qué poco hacemos.