martes, 31 de julio de 2007

Una buena idea

Dentro de la carpeta del "Drums and Guns" de LOW, que compré en formato de vinilo la semana pasada, encontré el papelito que aparece arriba. En él se me da una clave con la que, a través de la web de Subpop, puedo descargar el álbum en formato MP3.

De esta forma puedo tener de forma justa y legal lo que tantas veces he echado de menos como comprador de vinilos: la posibilidad de escuchar esos álbumes en el coche, sin duda el lugar donde más disfruto la música, o en la piscina o en el tren o en la cola de la carnicería.

Una buena idea para para fomentar la sana costumbre de pagar por lo que ha costado sangre, sudor y lágrimas llevar hasta nuestros altavoces. Y es que a veces olvidamos que la música no se puede crear con un simple click de ratón, aunque consumirla pueda ser tan fácil como eso. Tan fácil y tan pobre.

El placer de ir a tu estantería, seleccionar lo que te conviene escuchar en este momento, coger la carpeta, notar el peso del material, la textura, analizar por enésima vez el diseño de la portada...sacar el plástico, sentir su olor, colocarlo en el plato, accionar la aguja y oir el crepitar de la electricidad que está a punto de estallar... girar la rueda del volumen hacia la derecha y... dejarse sacudir!!!

Ese placer está ahí para el que lo quiera y lo sepa disfrutar y ahora, gracias a iniciativas como la de Subpop, puede ser no sólo algo "romántico" sino hasta práctico y funcional. Chapeau.

lunes, 30 de julio de 2007

Ciclo

Desde este fin de semana mi hermano es oficialmente más alto que yo. A mi padre lo superé a los 16 años y durante estos últimos 15 he sido la referencia, el tope, el techo de los Iza. Se acabó. Un chaval de 17 años ha tomado el relevo y así se ha completado mi primer ciclo vital importante. El principio de mi fin.



viernes, 27 de julio de 2007

Teletransportado

Transportarnos. En el espacio y en el tiempo. Cubrirnos con la nostalgia por aquellos días, por esa persona o ese lugar que ya no es como era. Los olores nos estimulan de una forma pura e instintiva, haciendo que reaccionemos con las tripas. Sentir más que pensar.

Cuando vas por la calle y te cruzas con ese perfume lo primero que haces es pararte en seco, sorprendido al ver cómo te ha sacado de la realidad. Unos segundos de "cuelgue", intentando secuestrar ese momento para poderlo revivir cuando quieras, intentando visualizar aquella cara y aquella risa y aquella forma de andar.

Cuando entras en ese bar y te parece estar llegando a la cocina de tu abuela. ¿Qué especia será? O cuando el olor del barro húmedo te lleva a tus 11 años y al vestuario de tu equipo de fútbol. Tacos de aluminio bailando claqué en las duchas, manos heladas que no pueden aflojar los cordones.

El cloro de la piscina que inundaba los días de tus mejores veranos. El carbón de la barbacoas de los domingos. El estiércol junto a la puerta del caserío. El butano. La naftalina. El tabaco de pipa. El vick vaporub. La pólvora. Emociones y vivencias conservadas en frasquitos, siempre frescos, siempre presentes.

La música tiene esa misma cualidad. Hay canciones que relacionas de forma directa con momentos de tu vida, supongo que casi siempre buenos. Escucharlas al cabo del tiempo es dar un salto mortal emocional, con 3 tirabuzones y medio.

El que diga que los viajes en el tiempo son ciencia ficción no conoce el poder de la música. Yo acabo de volver al 2007 desde 1990. Me he puesto a escuchar esta canción de Ride




y he vuelto a tener 14 años. Granos por toda la cara. Pisamierdas. Sala de máquinas. Menudo viaje.

jueves, 26 de julio de 2007

El camino


Escribir es un alivio brutal para los que nos las tenemos que ver con la creación audiovisual. Una palabra y luego otra. La piensas, la escribes, la repiensas, la borras, la vuelves a escribir. Tan fácil, tan directo. Si no es ésta será la otra. Todas a mi disposición, esperando a que yo las elija y las ponga en el lugar adecuado. Las letras: 28 herramientas para extraer lo que hay en mi cabeza y convertirlo en el resultado final. Simple y eficaz, pocas cosas pueden perderse en un camino tan limpio.

En el cine tengo a los actores, la fotografía, la iluminación, el vestuario, el arte, el montaje, la música, el sonido. Herramientas complejas, son mis aliadas porque sin ellas no puede existir la película. Gracias a ellas puedo contar lo que quiero de la forma que quiero. Son la prolongación de mis brazos, de mis manos, de mis ojos y de mi cabeza.

Y sin embargo esas mismas herramientas que tanto necesito pueden ser mi mayor enemigo. Porque corro el riesgo de gastar todas mis energías en leerme los prospectos y los manuales de uso y quedarme sin fuerzas cuando tenga que utilizarlas. Porque entorpecen el camino, ese camino que en la escritura está tan despejado. Lo llenan de artilugios sofisticados, de animales exóticos, de flores silvestres. Yo lo que necesito es llegar al otro lado, que es mi película. Si me pierdo llegaré a otro lugar. A otra película.

A veces pensamos que el cine es un equipo de rodaje de 20 personas, y catering y partes de cámara y planes de rodaje y guiones técnicos y protocolos de actuación y ensayos mecánicos y making ofs y y y... No!!!!!. Imagen y sonido. No es más. Si lo complico, que sea porque mi película lo necesita.

miércoles, 25 de julio de 2007

The Follow

Los spots publicitarios tienen hoy un rol emocional que hasta hace poco estaba reservado a nuestras películas favoritas. Esas piezas de menos de treinta segundos son las utopías, los universos ideales. Los lugares en los que nos gustaría trabajar y jugar y conducir y enamorarnos.

No es sólo un producto industrial lo que nos venden. Llegamos a creer que la vida es caminar por una calle perfecta, mecidos por una melodía celestial, cruzándonos con coches de ensueño y bellas y sonrientes mujeres.

Algunos sienten la necesidad de pensar que Dios existe. Otros necesitan creer que la vida puede ser como un spot de BMW.

martes, 24 de julio de 2007

Viaje en el tiempo


La ví hace ahora dos años. "El desencanto" es una buena película documental que la presencia de Leopolodo María Panero convierte en todo un acontecimiento. Una personalidad extravagantemente arrolladora, un individuo dolorosamente consciente de su particularidad. Una anomalía hecha persona.

Yo no sabía nada de los Panero salvo por la referencia a Michi en la canción de Nacho Vegas. La primera vez que ví a Leopoldo María fue en la película y tenía el aspecto con que aparece en la foto de la cabecera. Un hombre de 28 años, en su plenitud física e intelectual. Una intelectualidad oblicua si se quiere y un físico que no se podría calificar de hermoso, pero sí con cierto atractivo.

Ese tío me impactó tanto que lo primero que hice al día siguiente cuando bajé al locutorio (2 años son una eternidad, ahora me parece increíble que no tuviéramos internet en casa) fue lo que se hace hoy, tirar de google y escarbar un poco.

Todo fue tan rápido que no me paré a pensar. Ése fue mi problema. En realidad era un cálculo muy fácil, instintivo y natural. Lo normal habría sido tenerlo previsto cuando pulsé el botón de "buscar", pero no fue así. De una forma absurda, yo esperaba encontrarme con el mismo rostro que había visto el día anterior.

Y esto fue lo que me encontré:


Mi cerebro rompió a sudar. Una tristeza inadjetivable se me lanzó al cuello hasta ahogarme. ¿Quién le ha hecho eso? ¿Qué clase de maleficio ha caído sobre él para que le hayan escatimado 30 años de vida? ¡Pero si ayer por la noche tenía mi edad y esta mañana es más viejo que mi padre! Fueron sólo unos segundos, pero el vértigo que sentí no se me ha olvidado todavía. Vértigo y compasión.

Claro, enseguida até cabos. La película se rodó en 1976. ¿Qué coño esperaba? Fue estúpido no tenerlo en cuenta cuando me puse a buscar. Para mí los 30 años que separaban esas dos fotografías no existían, se reducían a una noche de verano. Luego, fui descubriendo lo que él había vivido en ese tiempo. Todos los excesos de los años de la movida, las idas y venidas de los sanatorios, las aventuras sexuales...Y la tristeza y la compasión me abandonaron. Menos mal.

Pero queda el recuerdo del fogonazo, la sensación de abismo, el aguijonazo de tristeza pura.

Esa tristeza es el negativo de la que sentiré cuando a mis sesenta años vea la foto que me saque hoy. Cuando me cague en los muertos del que me ha robado 30 años.

lunes, 23 de julio de 2007

El guión 10


Una etapa pirenaica del Tour de Francia es un manjar. Si es en fin de semana, después de comer y de resaca, el cóctel ya es infalible. Pensado fríamente, no hay mucho a lo que agarrarse cuando intentamos analizar su presumible espectacularidad: ni grandes virtuosos, ni despliegues tácticos o técnicos, ni alternancias en el marcador, ni superestrellas. ¿Qué tiene esa chica que ni es guapa ni baila bien ni habla francés, para que nos vuelva locos a todos?

Las razones por las que una etapa como la de ayer nos agarra por los huevos y no nos suelta son las mismas por las que lo hace una película bien construida. Un último puerto es un tercer acto perfecto, lleno de tramas culminando de las formas más diversas. Tenemos certezas, incertidumbres, sufridores, héroes y villanos. Llegan los desfallecimientos, las resurrecciones, los acuerdos, las traiciones. Trabajan los gregarios, rematan los líderes. Y todo ocurre bajo un manto de sufrimiento extremo, que transforma cualquier movimiento en un gesto épico.

No hay imagen más gráfica de la derrota, de la humillación, que un ciclista (y más si es uno de los favoritos) quedándose solo al no poder seguir al grupo de cabeza. Plomo en las piernas. Hormigón armado en sus ruedas. Esa soledad, esa impotencia, ese sufrimiento físico y moral tienen una fuerza descomunal. Material narrativo de primera.

El ciclista que se escapa del grupo con pedaleo ligero, bailando sobre los calapiés, dejando a los demás como congelados en el espacio. Pocos momentos más exultantes.

El gregario que tira de su lider, observándolo y animándolo como una madre a su cachorro. Pocos momentos más tiernos.

El que se agarra al ritmo del grupo, "haciendo la goma", recurriendo a no se sabe qué reserva de energía. Pocos momentos más agónicos.

Y cuando todo se acaba, queda todavía un epílogo escalofriante: la llegada a meta de los que se han ido quedando por el camino. Esos a los que no hemos podido acompañar en la subida. Fantasmas que reaparecen, personajes que habían muerto para la trama principal pero que han seguido librando su batalla personal de forma anónima, en una dimensión paralela y misteriosa. ¿Cómo habrá sido su subida? ¿Qué habrá pasado en esa media hora para que éste haya terminado llegando a la vez que ése? ¿Qué habrá ocurrido para que haya perdido 17 minutos o para que llegue con el culote roto? Nunca lo sabremos. Las elipsis, que a veces nos roban lo que queremos que se nos cuente.

Yo de mayor quiero hacer una película como una etapa pirenaica.

viernes, 20 de julio de 2007

Velurio


A los pocos días de arrancar el blog me escribió un personajillo llamado Velurio para hacerme una serie de sugerencias al respecto. Me sentó fatal que se atreviera a darme indicaciones sin conocerme de nada y peor aún me sentó que lo hiciera parapetado tras ese homenaje a los Pixies. No soporto a los ratones de dormitorio que incuban sus frustraciones y arrastran sus anhelos más sórdidos bajo el anonimato que les ofrece la red. Y si lo hacen amparados en uno de los intocables de mi adolescencia, el asunto ya me toca los huevos escandalosamente.

Esa primera vez le contesté como se merecía, cortante e implacable. Sin embargo Velurio insistió y sin darme cuenta convirtió sus mensajes en una rutina a la que me acostumbré. Entre toneladas de insensateces fui descubriendo pequeñas perlas de pensamiento autónomo y original. Empecé a vislumbrar una cabeza detrás de toda aquella morralla. E incluso un corazón.

Luego vino una cara, una voz, una forma de vestir. En poco tiempo mi imaginación había dado forma completa a Velurio y, como es normal (el subconsciente, digan lo que digan, actúa siempre de forma lógica), el aspecto que le adjudiqué tiene mucho que ver con la fotografía que encabeza este post. Para mí, ése es Velurio. Subconsciente comodón el mío, incapaz de crear imágenes genuinamente nuevas.

Nuestra correspondencia fluye. Le he ido perdonando esas inclinaciones narcisistas y su insoportable prepotencia porque los supongo mecanismos de defensa que camuflan complejos, traumas y granos en el culo.

Tengo que reconocer que lo que nos une pesa más que lo que nos separa y que Velurio va a aportar cosas positivas a este blog. Para empezar, me pide que como presentación os deje esta joya, que no es de los duendes sino de "Perfect from now on", un discazo de Built to spill.



jueves, 19 de julio de 2007

Preparado

Dentro de siete horas va a estar dormido en un portal, con una lata de cerveza china tambaleándose en una mano y la entrada de la discoteca en la otra, sin números de teléfono ni nombres de chica anotados en la parte de atrás.

Pero ahora se mira en el espejo improvisado de la puerta del metro. Benditos túneles, que le dan el negro que necesita. Se toca el pelo con las yemas de los dedos, realizando cambios imperceptibles para mí pero vitales para él. Este pelo girado 37 grados y medio de más hacia la derecha, ese mechoncillo que debería estar 2 milímetros más arriba. Lo coloca y se mira.

Y se remira. A ver ahora...espera, aquí hace falta otro toque...menos mal que lo he visto porque si me presento con la patilla así...¡ostia, las patillas! A ver, a ver, la de la derecha parece medio milímetro más larga que la de la izquierda...o no...no, parece que están bien, uf menos mal.

Comprueba que la camisa asoma por el pantalón la longitud adecuada en cada punto (no es lo mismo por detrás que por delante, no es lo mismo a la izquierda que a la derecha). Que la apertura del cuello es la exacta, suficiente para que se intuya el collar que se compró en Tailandia pero no tanto como para que asome ese hueso que nunca ha sabido cómo se llama y que tan feo le parece.

Cinco paradas de metro y veintiocho ajustes más tarde está preparado para salir ahí fuera y comérselo todo. Los detalles. La precisión. El mimo. La vanidad.

Es vanidad, pero también es sensato. Su obligación es que lo que está en su mano no falle. Luego la noche ya lo pondrá en su sitio. Un portal inundado de vómitos.

miércoles, 18 de julio de 2007

Sintonía

Tocaba inaugurar la sección de videos y para eso he elegido uno de los mejores cortometrajes españoles de los últimos años. Yo no me canso de verlo. Dirigido por Jose Mari Goenaga en 2005, es una historia sencilla llena de romanticismo y de poesía, cine puro condensado en menos de 10 minutos.

Algunos momentos son para enmarcar: el lento "zoom in" hacia ella mientras es "sintonizada" por él, el travelling circular a su alrededor hasta que se da cuenta de que hablan de ella , el silencio instaurado por ella al apagar la radio (un silencio que todos los espectadores querríamos romper inmediatamente), el primer cara a cara y la oportunidad de hablarle directamente...

Y ese corte a negro final, que puede ser un gran comienzo. Poniéndonos un nudo en la garganta.

Teniendo cortos así, quién necesita largometrajes en España??

Perfecto.

martes, 17 de julio de 2007

La serpiente y el terrorista

La sensatez es noticia. El sentido común se presenta como una raza exótica recién descubierta y se adueña de los titulares. No es de extrañar: plumaje multicolor, canto bello y armonioso, olor dulzón...Los guardianes del sistema se agolpan a su alrededor inspeccionándolo y tratando de sacar conclusiones sobre su naturaleza. Se diría que hasta tienen miedo del animalito. No saben si liberarlo para que procree sin limitaciones o encerrarlo en una jaula. O matarlo.

Imaz ha dicho cuatro cositas simples, básicas, de cajón. Hasta aburridas. En el guión de nuestra película nunca habrían pasado el corte por obvias y por lineales, pero en la retorcida realidad en la que vivimos suponen todo un giro dramático, un detonante para que estalle el conflicto. La trama está servida. Imaz es un terrorista y parece dispuesto a todo. La guerra santa en nombre del menos común de los sentidos.

¿Cómo se atreve a pedir otra baraja cuando todos han estado jugando con las cartas marcadas sin quejarse?

Basta que dos quieran jugar para que haya juego. ¿Quién se apunta?



viernes, 13 de julio de 2007

Y llegó el rock


Mi primer concierto de rock, o por lo menos el primero de que tengo recuerdo, fue hace 15 años y 9 días. Nirvana tocaba en el polideportivo de La Casilla de Bilbao dentro de la gira de su "Nevermind". El cartel lo completaban Teenage Fanclub, recién salido su maravilloso "Bandwagonesque" y Surfin Bichos, que por aquellos días se encontraban a punto de asaltar las radiofórmulas de todo el país con "Fuerte". Al final los SF no tocaron y nunca pude verlos en directo hasta que me quité la espina el año pasado en el Primavera.

Me parece imposible que hayan pasado 15 años. Podría describir casi cada minuto de aquel día. Quiénes íbamos y las camisetas que llevábamos. Las partidas de futbolín que echamos en Romo a las 4 de la tarde, antes de ir a Bilbao (no había metro, ir a Bilbao era un acontecimiento). Los cachis de calimocho que nos bebimos en un bar frente a La Casilla, mientras veíamos por la tele el prólogo del Tour que ganó Induráin. Las prisas para entrar en el pabellón y poder colocarnos en las primeras filas. Expectativas infinitas. Emoción. Felicidad pura. Cuando es eso lo que se siente supongo que es normal que quede grabado a fuego en nuestro curriculum vital.

Ruido, mucho ruido. Elefantes pisoteando mi estómago. Montañas cayendo sobre mi cabeza. Anguilas eléctricas trepando por mis pantalones. Esa sensación de fisicidad es lo que más me impresionó, el sonido como un mar en el que sumergerte y dejarte llevar y hundirte y ser rescatado. Una y otra vez.

Este fin de semana llega el summercase a Madrid, con algunas de las mejores bandas de rock de hoy en día. Algún chaval de 15 años tendrá hoy su Nirvana personal, su Induráin, su calimocho. En 2022 lo recordará como si hubiera sido en 2021.

Nosotros iremos, por supuesto. Pero sé que no correré para buscar la barrera. Sé que las expectativas infinitas y las anguilas trepando por mis piernas no contarán entre mis sensaciones este fin de semana.

jueves, 12 de julio de 2007

La silla


Cuenta Tarantino en una entrevista concedida a Cahiers du Cinema que Robert de Niro somete a los directores con los que trabaja a una especie de examen haciéndoles una pregunta muy concreta: "¿Qué zapatos viste mi personaje?"

Le tocó responder cuando el actor aún no había dado el sí definitivo a su papel en Jackie Brown, y por suerte su respuesta fue más detallada de lo que el propio De Niro habría imaginado nunca en sus fantasías más húmedas.

Esta táctica obedece en la superficie a algo muy natural: de Niro quiere saber si el director conoce a su personaje. Para él, que el creador conozca a la criatura es su punto de apoyo, la base mínima para que él pueda hacer un buen trabajo. Sin embargo a De Niro le gusta pensar que al final del proceso de construcción será él quien mejor la conozca. Quiere sentir que el personaje lo crea definitivamente él. El actor como creador.

Una simple ecuación de vanidades.

Más alla del aspecto técnico o funcional que esconde la pregunta de De Niro, hay una tensión originada por la jerarquía. Tarantino será el superior del actor durante el tiempo que dure el rodaje, y éste no está dispuesto a someterse a nadie cuya autoridad no esté plenamente justificada. ¿Que tú eres el jefe? Tendrás mi respeto si te lo ganas.

El actor. El director de fotografía. El director artístico. El montador. Todos colaboradores. Todos piezas de una máquina que funciona con un objetivo: hacer la mejor película posible. Los mejores amigos del director. O los peores enemigos. Te pondrán a prueba hasta que les convenzas de que mereces dar órdenes y ser obedecido. De que te mereces esa silla. Llévate la lección empollada y tu máquina contará con todos sus engranajes, con todos sus tornillos, ejes y rodamientos.

Si no, prepárate para descarrilar.

miércoles, 11 de julio de 2007

De espaldas a la vida


Fuenterrabía es aquello, lo que está más allá del banco, delante de esa pareja. Madrid esta aquí, desde donde saco la foto.

Dos realidades paralelas, conectadas por un misterioso túnel de 4 dimensiones.

Allí, Fuenterrabía. Aquí, la vida.

martes, 10 de julio de 2007

Flechazo

Hay una fase especialmente apasionante en el proceso de gestación de un corto en la que vas viendo cómo las piezas que han revoloteado perezosamente dentro de tu cabeza durante meses se van transformando en elementos reales. Personas y lugares. De lo que sólo existe en tu cabeza, de una idea (ideal), pasas de pronto a algo que es lo que es.

Ese "es lo que es" es lo que va a marcar en muchos aspectos los límites de tus posibilidades. Tus condiciones de contorno. Las ideas, los frutos de tu imaginación son maleables, las estiras y las manipulas a tu antojo para ir adecuándolas a lo que crees que necesitas. Coste cero y resultados garantizados.

La realidad es más cabrona: te va a empezar a marcar las diferencias entre lo que has estado soñando y lo que vas a poder tener entre tus manos cuando todo acabe. Diferencias que casi siempre son renuncias.

Parece crítico. Y lo es. La elección de los actores y de las localizaciones es uno de los momentos cumbre del proceso. Y lo que acojona es que ocurre meses antes de terminar el trabajo. Punto de no retorno. El corto se convierte en una bola de nieve que se precipita pendiente abajo y ya no hay quien la pare.

Todo esto trae consigo una sensación de vértigo, pero también una emoción intensa. Si los actores son los adecuados, si la localización es buena, empiezas a ver a tus personajes moviéndose por ella, viviendo en ella. El guión, muerto hasta ese momento, empieza a respirar. Levántate y anda.

A veces lo que encuentras supera las previsiones más optimistas. Enamorarte de una localización es como enamorarte de una mujer sabiendo que es la que tiene que ser. Hasta a los ateos nos entran ganas de rezar para que nuestro amor sea correspondido.

Recemos.

lunes, 9 de julio de 2007

Da power

Así como ya nos hemos acostumbrado a relativizar y a aplicar un filtro a todo lo que aparece en internet, parece que el papel impreso mantiene todavía un aura de autenticidad. Es fácil poner en duda cualquier información aparecida en un blog, pero si la misma aparece escrita en nuestro periódico de toda la vida, la tendencia será a considerarla cierta y fiel a la realidad mientras no se demuestre lo contrario.

Esto viene al caso de la entrevista que me hicieron la semana pasada y que apareció en formato papel este viernes en El Correo (versión digital aquí ). Ha sido curioso comprobar el efecto que tiene un artículo así en la gente. Antes del viernes, mi vida como realizador era algo indefinido, nebuloso, casi ficticio. Un cuerpo. Algo que tocar y que oler. Eso es lo que mucha gente de mi entorno necesitaba y eso es lo que ha conseguido el fantasma de mi carrera audiovisual. Antes nada, ahora todo. Ser o no ser.

De pronto todo el mundo da por supuesto que me va fenomenal con el cine. "Cómo no te va a ir bien si hasta sales en el periódico". Todos los malos ratos, las dificultades económicas, las decepciones, las frustraciones, las dudas...todo queda obviado gracias a un leve soplido. Un leve soplido todopoderoso.

Es curioso porque es un fenómeno que está por encima de la obra. Qué mas da cómo sea tu corto si ya tienes la noticia, la portada. ¿El corto es una mierda? Da igual, es secundario, tu carrera va viento en popa. Mientras sigas saliendo en los periódicos no esperes apoyo, comprensión o compasión porque no los necesitas. Este tipo de conclusiones son directas y muchas veces falsas. Pero todos caemos.

Qué poder tienen.

martes, 3 de julio de 2007

Mis yos


Yo somos yos. Muchos yos, montones de yos. Yos generosos, yos egoístas, yos listos, yos tontos, yos cobardes, yos valientes.

Todos agazapados hasta que alguien coloca el espejo en la posición crítica y...blop!!! , ahí aparecen.

A veces, casi siempre, es uno que ya conozco. Pero también los hay nuevos, no vistos, no conocidos.

Cuando aparece un yo nuevo, intento identificarlo y recordarlo. Saber que está ahí. Saber que puede volver a aparecer en cualquier momento. A algunos yos me gusta verlos a menudo, amigos siempre bienvenidos. A otros los odio, pero no puedo fingir que no existen.

Supongo que mi catálogo de yos es limitado y que llegará un momento en que los tenga a todos clasificados y etiquetados. Controlados.

¿No?

lunes, 2 de julio de 2007

Pautados

Los alemanes son los reyes del lenguaje "precocinado". Detrás de una fachada inmaculada, de una construcción sin grietas, de un discurso sólido y bien cimentado, a veces sólo se esconde el vacío más lamentable. Conclusiones, sentencias, gestos, reflexiones. Todo sale de una única gran coctelera nacional que bebe de fuentes muy concretas, desde el Süddeutsche Zeitung hasta Stefan Raab, pasando por el Autobild, Harald Schmidt o Gunter Netzer.

Expresiones sobadísimas que el alemán medio hace suyas y te vende como vírgenes con la mayor desvergüenza, como descubriéndolas cada vez que salen de su boca. 80 millones de personas combinando no más de 50 o 60 expresiones. El alemán, un idioma con infinitas posibilidades, reducido a un manojo de clichés exasperantes. Pautas.

De alguna forma son conscientes de ello. Y les encanta. Son muy gregarios los alemanes. Les pirra el sentimiento de pertenencia y pocas cosas unen más que el uso de un lenguaje común, una jerga.

Pero ésa es otra cuestión, el comportamiento gregario. Ni mucho menos patrimonio exclusivo de los alemanes, como he podido comprobar en mis carnes esta semana en Madrid (Rolling Stones, Europride...).

Estaba con las pautas. Ese tipo de lenguaje pautado que descubrí en Alemania lo he visto cada vez más implantado en España. Quizás siempre ha estado ahí, pero nunca había sido consciente hasta ahora. Siempre pensaba que nosotros teníamos un catálogo más amplio, una capacidad mayor de aportación personal. Pero ya no lo creo. Estamos igual de mal.

¿Qué es lo preocupante de todo esto? Un lenguaje pautado implica por cojones un pensamiento pautado. Y un pensamiento pautado implica una acción pautada. Pocos son los que se atreven a salirse de la cuadrícula. A los renglones torcidos los llamamos locos.

Las pautas lo invaden todo: los discursos de los políticos, los artículos de los periódicos, las conversaciones de cafetería, las películas. Es un enemigo que ataca sin que te des cuenta. Se mete en tu trinchera en mitad de la noche y te roba la comida, la munición y hasta la ropa, dejándote en pelotas. El primer paso para ganar una guerra es identificar a tu enemigo. Empecemos por ahí.

Pautas. Lugares comunes. Clichés. Tópicos. Son muchos y están armados hasta los dientes. Será dura esta guerra.