Las personas estamos interconectadas de las formas más disparatadas.
Llevo toda la mañana esperando una llamada que me puede cambiar la vida durante los próximos 9 meses. Y eso es mucho cambiar. No me refiero a que vaya a dar un nuevo sentido a mi vida o a reordenar mis valores o mis motivaciones, sino a algo mucho más importante.
Cambiará la hora a la que me levante por las mañanas. Cambiará mi alimentación y la gente con la que coma 5 días por semana. Cambiará el tipo de conciertos al que iré y el número de veces que visitaré a mi familia. Cambiará las horas que pase con mi novia y las cosas que haremos juntos.
Mi forma de vida pende de finísimos hilos y quien maneja esos hilos ni siquiera me conoce. Bueno, sí, me conoce porque habrá visto mi foto y sabrá cómo me llamo y cuántos años tengo y si tengo un nivel de inglés de advanced o de proficiency. Con esos datos maneja mi vida.
Me pregunto si en algún momento (2 o 3 segundos bastarían) se llegará a plantear lo que significan para mí las dos letras de sus posibles respuesta. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No....
Y la marioneta, esperando.