martes, 26 de mayo de 2009

La certeza alemana

Son muchas las expresiones malvadas que delatan al que intenta comunicarse en un idioma extranjero, siendo las que martirizan a los miembros de un mismo país casi siempre las mismas, compartiendo como comparten un esquema mental y un determinado proceso de formación de las ideas condicionado por la lengua madre.

A los españoles se nos hace muy cuesta arriba, por ejemplo, el uso correcto de los diferentes determinantes posesivos del alemán. Donde nosotros sólo disponemos del "su", sea el sujeto poseedor masculino o femenino, ellos tienen el "sein" o el "ihr". Los ingleses las pasan putas con el "ser" y el "estar" españoles y es difícil hacerles entender que del puro e inofensivo "to be" haya que extraer matices tan peligrosos como ése que te asalta cuando le dices a una chica "estás guapa" o "eres guapa". Si no dominas el matiz, te domina él.

Para cerrar el círculo, los alemanes tampoco se libran de las trampas del lenguaje y uno de sus caballos de batalla es la distinción entre el "if" y el "when" ingleses. Y es que en alemán el "wenn" lo pueden utilizar tanto para la posibilidad como para la certeza, con lo que muchas veces parecen dar por seguros hechos que no lo son en absoluto. "If you love me" está claramente un escalón por debajo de "when you love me", pero un alemán tiende a utilizar sólamente esta segunda versión por el parecido entre el "when" inglés y su "wenn". La certeza alemana, tan positiva cuando de lo que hablamos es de amor.

En una entrevista publicada el 18 de mayo a Rodolfo Ares, flamante nuevo consejero de Interior del Gobierno Vasco, leí algo que me hizo recordar a los alemanes. A la pregunta de si estaba preparado para el primer muerto, Ares respondía:

"Nunca se está preparado para un asesinato, aunque uno haya sufrido ya el asesinato de muchos amigos. Lo pasaré mal cuando ocurra. El mejor homenaje...".

"Lo pasaré mal cuando ocurra."

Lo primero que se me ocurrió fue que Ares quería en realidad decir "Lo pasaré mal si ocurre" y que un imprevisto gen alemanoide camuflado en él le había impedido utilizar la partícula adecuada, ésa que habla tan sólo de una posibilidad. La certeza alemana, tan devastadora cuando de lo que hablamos es de muerte.

Pero no. Ares no tiene genes alemanes. Nació en Orense, uno de esos pequeños triunfos de la nueva era abierta en Euskadi y su expresión no era el resultado de un problema lingüístico.

Era la expresión de un país fatalmente familiarizado con el horror.