martes, 26 de junio de 2007

Nuestros niños y nuestras madres

Hace poco me contaba un amigo, con cierto sentimiento de culpa, que no le caía bien uno de sus sobrinos, un chaval de 7 años. Que no lo podía evitar. Que no era un sentimiento pasajero o una salida de tono gratuita, sino algo real y consistente.

Mi primera reacción fue echárselo en cara. Cómo te puedes poner a tus treintay a la altura de un niño de 7 años y juzgarle de igual a igual. Esto no funciona así. Un niño no es todavía una persona completa, no puede merecerse sentimientos adultos. A un niño no se le puede reprochar nada, no conoce las reglas del juego todavía. Ya tendrá tiempo de ser un hijodeputa y de ganarse tu odio.

Con las madres ocurre algo parecido. La madre pasa por ser uno de los símbolos universales del amor y de la bondad. De la comprensión. De la generosidad. De las más elevadas virtudes del hombre, vaya. Pones a parir a una madre y te equiparan automáticamente al mismísimo diablo.

Pero a mí algo no me cuadra.

Existen personas imbéciles, o egoistas, o violentas, o vanidosas, o envidiosas? Por supuesto. Y algunas de estas personas son mujeres? Sí. Y algunas de estas mujeres engendran y dan a luz? Sí. Y al dar a luz, algo hace "clic" en sus cerebros y se transforman en un ser superior, infalible e inmaculado llamado "madre"? Lo dudo.

No nos libramos de lo que somos. Ni siendo niños y comportándonos como tales. Ni siendo madres, ni siendo padres.

El niño de la foto nació el 20 de Abril de 1889 en Braunau am Inn y murió el 30 de Abril de 1945 en Berlín, antes de ver el imperio de sus sueños definitivamente arrasado por los aliados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enorme Asi. Totalmente de acuerdo. Oj