jueves, 26 de julio de 2007

El camino


Escribir es un alivio brutal para los que nos las tenemos que ver con la creación audiovisual. Una palabra y luego otra. La piensas, la escribes, la repiensas, la borras, la vuelves a escribir. Tan fácil, tan directo. Si no es ésta será la otra. Todas a mi disposición, esperando a que yo las elija y las ponga en el lugar adecuado. Las letras: 28 herramientas para extraer lo que hay en mi cabeza y convertirlo en el resultado final. Simple y eficaz, pocas cosas pueden perderse en un camino tan limpio.

En el cine tengo a los actores, la fotografía, la iluminación, el vestuario, el arte, el montaje, la música, el sonido. Herramientas complejas, son mis aliadas porque sin ellas no puede existir la película. Gracias a ellas puedo contar lo que quiero de la forma que quiero. Son la prolongación de mis brazos, de mis manos, de mis ojos y de mi cabeza.

Y sin embargo esas mismas herramientas que tanto necesito pueden ser mi mayor enemigo. Porque corro el riesgo de gastar todas mis energías en leerme los prospectos y los manuales de uso y quedarme sin fuerzas cuando tenga que utilizarlas. Porque entorpecen el camino, ese camino que en la escritura está tan despejado. Lo llenan de artilugios sofisticados, de animales exóticos, de flores silvestres. Yo lo que necesito es llegar al otro lado, que es mi película. Si me pierdo llegaré a otro lugar. A otra película.

A veces pensamos que el cine es un equipo de rodaje de 20 personas, y catering y partes de cámara y planes de rodaje y guiones técnicos y protocolos de actuación y ensayos mecánicos y making ofs y y y... No!!!!!. Imagen y sonido. No es más. Si lo complico, que sea porque mi película lo necesita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

100% de acuerdo. Estoy terminando mu último corto, salto exponencial de lo que había hecho antes...dentro, digamos, de los que hacemos cortos con 0 euros de presupuesto y una handycamp de Sony, pero contando una historia, con dos cojones!!!

No, no hace falta tanta parafernalia, tienes razón.