lunes, 2 de julio de 2007

Pautados

Los alemanes son los reyes del lenguaje "precocinado". Detrás de una fachada inmaculada, de una construcción sin grietas, de un discurso sólido y bien cimentado, a veces sólo se esconde el vacío más lamentable. Conclusiones, sentencias, gestos, reflexiones. Todo sale de una única gran coctelera nacional que bebe de fuentes muy concretas, desde el Süddeutsche Zeitung hasta Stefan Raab, pasando por el Autobild, Harald Schmidt o Gunter Netzer.

Expresiones sobadísimas que el alemán medio hace suyas y te vende como vírgenes con la mayor desvergüenza, como descubriéndolas cada vez que salen de su boca. 80 millones de personas combinando no más de 50 o 60 expresiones. El alemán, un idioma con infinitas posibilidades, reducido a un manojo de clichés exasperantes. Pautas.

De alguna forma son conscientes de ello. Y les encanta. Son muy gregarios los alemanes. Les pirra el sentimiento de pertenencia y pocas cosas unen más que el uso de un lenguaje común, una jerga.

Pero ésa es otra cuestión, el comportamiento gregario. Ni mucho menos patrimonio exclusivo de los alemanes, como he podido comprobar en mis carnes esta semana en Madrid (Rolling Stones, Europride...).

Estaba con las pautas. Ese tipo de lenguaje pautado que descubrí en Alemania lo he visto cada vez más implantado en España. Quizás siempre ha estado ahí, pero nunca había sido consciente hasta ahora. Siempre pensaba que nosotros teníamos un catálogo más amplio, una capacidad mayor de aportación personal. Pero ya no lo creo. Estamos igual de mal.

¿Qué es lo preocupante de todo esto? Un lenguaje pautado implica por cojones un pensamiento pautado. Y un pensamiento pautado implica una acción pautada. Pocos son los que se atreven a salirse de la cuadrícula. A los renglones torcidos los llamamos locos.

Las pautas lo invaden todo: los discursos de los políticos, los artículos de los periódicos, las conversaciones de cafetería, las películas. Es un enemigo que ataca sin que te des cuenta. Se mete en tu trinchera en mitad de la noche y te roba la comida, la munición y hasta la ropa, dejándote en pelotas. El primer paso para ganar una guerra es identificar a tu enemigo. Empecemos por ahí.

Pautas. Lugares comunes. Clichés. Tópicos. Son muchos y están armados hasta los dientes. Será dura esta guerra.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ICH HABE KEINE ZEIT (no tengo tiempo) es uno de los clichés más habituales y polivalentes de Alemania para rechazar una oferta sin decir de verdad por qué.
Creo que una pregunta "de contraataque" para obtener la verdadera razón del "no" podría ser: "¿y cuánto tiempo sacrificarías por lo que te estoy proponiendo?".
En fin, estoy contigo, Asier, las pautas matan a ritmo de metrónomo. No a la cuadrícula.

Un blog de Asier Iza dijo...

Gran frase Mix!

La cuadrícula no amenaza sólo en Alemania ni sólo a los ingenieros, como dice ese otro gran tópico...la cuadrícula está echando raices dentro del cerebro de cada uno de nosotros!!!